5 consejos para diseñar espacios educativos que inspiran a ser creativos
La creatividad es una de las habilidades blandas más importantes en los ámbitos personal, profesional y académico. Es clave para encontrar soluciones a los retos de cada día, para mejorar la vida personal y el entorno y, como consecuencia, la sociedad. Sin embargo, no siempre resulta fácil encontrar momentos de inspiración para ser creativos.
En la academia, en particular, ser creativo es una gran ventaja para los estudiantes, y los espacios educativos pueden ser una herramienta para fomentar esa facultad. Con el diseño de espacios se puede liberar el potencial creativo de los alumnos para que planteen ideas, resuelvan problemas y se conecten con sus compañeros.
Consejos para crear espacios educativos que incentiven la creatividad
Una de las mejores maneras para fomentar la creatividad en los alumnos es proporcionarles las condiciones para que puedan debatir, interactuar y resolver problemas. Por ello es recomendable tomar en cuenta los siguientes aspectos al diseñar los espacios educativos:
- Diseñar los espacios de acuerdo con sus usuarios
Para crear espacios educativos primero hay que identificar a sus usuarios. De acuerdo con Ángela Meneses, socia de AEI Spaces, la edad de los estudiantes influye en el tipo de interacción que tienen entre sí o en el tiempo que requieren para concentrarse.
Los niños en edad preescolar requieren unas condiciones diferentes a quienes están en primaria. A su vez, quienes están en bachillerato necesitan un entorno diferente de quienes cursan estudios universitarios. La arquitectura y el interiorismo de los espacios educativos deben responder a estas diversas necesidades.
En el caso de los niños, por ejemplo, los espacios suelen ser multifuncionales: en ellos se pueden llevar a cabo diferentes actividades a lo largo del día. Así, en un momento pueden acondicionarse para realizar trabajos grupales, y en otro para el trabajo individual. Aunque la flexibilidad debe incorporarse a todos los espacios educativos con independencia de la edad de los estudiantes a quienes van destinados, es clave cuando se trata de los niños en edad preescolar, afirma Meneses.
- Cambiar la distribución del aula
Al diseñar las aulas hay que tener presente que cada alumno o grupo aprende de distinta manera. Por ello, la distribución clásica de un salón de clases con filas orientadas hacia una única pared, en la que está el profesor como único expositor, debe dar paso a una distribución más flexible que favorezca la interacción y el pensamiento creativo.
Cuando se colabora se aprende más y mejor. Por eso el espacio debe propiciar la interacción entre los alumnos, asegura Guillermo Bautista, profesor de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigador principal del ‘Smart classroom project’.
En definitiva, el aula tradicional de pupitre y pizarra quedó atrás. En su lugar, la apuesta es por un mobiliario flexible, con sillas con ruedas y mesas modulares, para facilitar la movilidad de los estudiantes. De esta manera, se pueden configurar los espacios para el trabajo individual o colaborativo en función de la actividad o la dinámica de estudio.
Los espacios flexibles crean entornos seguros y acogedores en los que las ideas fluyen libremente. En estas condiciones los estudiantes pueden sentirse más integrados y aceptados, lo que les puede llevar a probar sus propias soluciones creativas sin la presión de ‘tener que hacerlo bien’, según explica la psicóloga clínica infantil Amber Kemp-Gerstel.
- Aprovechar cada espacio del centro educativo
En los centros educativos, cada espacio y cada metro cuadrado puede utilizarse, afirma Ángela Meneses. Y dado que con la distancia física impuesta por la “nueva normalidad” tras la pandemia ha aumentado la demanda de espacios con ventilación e iluminación naturales, cualquier área puede emplearse como lugar de aprendizaje.
Así, espacios comunes como pasillos, rincones, plazoletas, jardines o escaleras, que se justifican desde un punto de vista arquitectónico funcional, pueden transformarse y emplearse de nuevas formas. De hecho, una forma de desarrollar el aprendizaje creativo es transformar áreas de las escuelas en espacios que promuevan la imaginación, de acuerdo con Catherine Burke, profesora titular de la Escuela de Educación en la Universidad de Leeds.
Según esta premisa, los pasillos pueden ser algo más que espacios de tránsito. Con decoración, iluminación y color pueden convertirse en espacios que fomentan la creatividad. El color verde, por ejemplo, puede impulsar la creatividad y motivar a esforzarse, según afirma Stephanie Lichtenfeld, profesora asistente de psicología en la Universidad Ludwig-Maximilians en Múnich.
- Crear espacios de trabajo individual y grupal fuera del aula
Gracias al mobiliario que fomenta la movilidad y a la distribución flexible del aula se pueden crear espacios de trabajo individual y grupal. Pero es importante llevar esta forma de trabajar fuera del salón de clases y crear diferentes espacios en los que los estudiantes puedan elegir si quieren trabajar en grupo o requieren un espacio individual para concentrarse. De esta forma se crean entornos adaptados a los diferentes modos de trabajar del cerebro.
Los espacios educativos, además de funcionales, deben estar diseñados para que los estudiantes se inspiren. Por ejemplo, las áreas de cotrabajo con estaciones cómodas, bien iluminadas y abiertas, ayudan a que la imaginación vuele. Bruno Moriset, en su libro Building new places of the creative economy. The rise of coworking spaces, asegura que la creatividad debe desarrollarse de forma orgánica con la «compleja relación de trabajo y socialización».
Los espacios de cotrabajo permiten esta combinación, y además fomentan la comunicación y la solución de conflictos, habilidades que difícilmente se desarrollarían en un entorno en el que solo se interactúa con el profesor. Sin embargo, no se pueden dejar de lado los espacios privados con menos distracción visual y ruido ambiental. Las distracciones pueden afectar la creatividad pues interrumpen la producción de ideas. A veces, para ser creativo también es necesario dar a la mente libertad y tiempo ininterrumpido, algo que se puede conseguir con los espacios de trabajo individual fuera del aula.
- Incluir la biofilia en el diseño
La biofilia es un elemento que también debe integrarse en los espacios educativos para promover la creatividad, afirma Meneses. Incorporar la naturaleza en el interior de los espacios es muy importante: no solo proporciona oxígeno en el sentido del aire que se respira, sino también “oxígeno visual”, que relaja la visión y la mente.
El diseño biofílico en los espacios educativos también mejora el rendimiento estudiantil y aumenta la concentración. Los elementos naturales se pueden incluir de muchas formas y en diferentes espacios. Se puede añadir vegetación, y también se puede jugar con texturas, materiales y formas relacionadas con la naturaleza.
El entorno es clave en el aprendizaje. Por ello, diseñar espacios educativos que promuevan la creatividad puede ser muy beneficioso para los estudiantes. Además, ahora que se consolida cada vez más la tendencia hacia una educación personalizada, los espacios que permiten el trabajo individual entre el profesor y el alumno son cada vez más importantes.
El fomento de la innovación y la creatividad fomenta el pensamiento crítico entre los estudiantes, una herramienta clave en su adaptación a los cambios del futuro.