Como el espacio promueve hábitos, comportamientos y valores para reflejar la cultura organizacional
Las organizaciones cuidan cada vez más a sus colaboradores y se ocupan de su bienestar con ambientes de trabajo óptimos; para ello realizan actividades y ofrecen espacios que satisfacen sus necesidades y deseos. Los espacios laborales modernos incluyen áreas recreativas, deportivas, de alimentación y de contacto con la naturaleza.
Más importante aún, los espacios de trabajo deben tener las características adecuadas para que se vivan los valores y las creencias que forman parte de la cultura organizacional.
Los espacios como catalizadores de la cultura
Cada organización tiene sus creencias, valores y prácticas, que arquitectos y diseñadores deben tener en cuenta a la hora de diseñar sus espacios.
Así, las organizaciones con estructuras horizontales y valores como la innovación y la creatividad necesitan tener espacios abiertos y colaborativos, y disponer de tableros y superficies en los que escribir o dibujar durante las dinámicas de iteración y las tormentas de ideas.
Al contrario, las empresas metódicas y verticales exigen espacios cerrados e íntimos que permitan realizar tareas individuales con la máxima concentración y sin interrupciones.
Muchas empresas prefieren una combinación de espacios, para llevar a cabo tanto actividades individuales como colaborativas. Todo depende de los comportamientos esperados en el día a día según la cultura de la empresa.
Elementos que integran espacio y cultura
El mobiliario es, sin duda, un factor clave de los espacios. Su ergonomía, materiales y flexibilidad pueden variar para reflejar los valores y la personalidad de la empresa. Las mesas en “U”, por ejemplo, facilitan la interacción entre las personas de un equipo, mientras que las mesas encontradas son propicias para el debate.
Los puestos para el trabajo individual ofrecen concentración y privacidad. Las salas con superficies y tableros para escribir y dibujar facilitan la creatividad y la innovación.
La acústica es otro elemento importante. Las paredes y los paneles divisorios pueden ser barreras para la comunicación; al contrario, pueden ser útiles si se requiere privacidad durante reuniones o llamadas. Para los ambientes privados se suelen emplear colores claros, fríos y sobrios; por el contrario, los espacios colaborativos y para la innovación tienen colores vivos y cálidos.
Los colores influyen sobre el comportamiento. Los colores cálidos (amarillo, naranja, rojo) inspiran energía, vigor y optimismo; los fríos (azul, verde, violeta) favorecen la concentración, la paz, la calma y la atención plena.
Entre todos los espacios laborales debe haber equilibrio, armonía y conexión, así como ocurre entre las personas que hacen vida en una organización. La disposición de los espacios debe adaptarse a las necesidades particulares de la cultura de cada organización en términos de materiales, formas, objetos y texturas.
Según Daniel Medina, analista de Innovación de AEI Spaces, el espacio y las personas están relacionados. Si bien el espacio no determina lo que hacen las personas, tiene un papel importante en las actividades que se llevan a cabo en una organización. “El espacio es el mediador entre la cultura y los colaboradores”, afirma Medina.
Espacios de trabajo modernos y para nuevas generaciones
Se acabaron los espacios personalizados con fotos y objetos personales. Las oficinas modernas, ocupadas por millennials y centennials, son muy dinámicas y permiten trabajar en ambientes diferentes cada día, en los que varían las vistas y las interacciones.
Las oficinas, especialmente en esta época de reactivación post pandémica, se orientan a ofrecer la comodidad y la ergonomía que quizá los colaboradores no tienen en casa. Pero, sobre todo, las oficinas son los escenarios de nuevas, múltiples y variadas vivencias que permiten alcanzar los objetivos de la organización y estrechar los lazos entre colaboradores. El objetivo es construir equipos y, sobre todo, cultura.
Conclusiones
El espacio es un catalizador de la cultura organizacional. Su diseño y adecuación, así como el uso de mobiliario, materiales, colores, texturas y acústica, refuerzan los comportamientos, valores, creencias y emociones que comparten los colaboradores en un entorno laboral.